Cuenta una parábola hindú que había un sastre que vivía modestamente, más o menos feliz con su trabajo, con su mujer y sus hijos, sin grandes sufrimientos ni dificultades. Un día que le estaba yendo un poco mal el negocio, estaba sentado debajo de un árbol y una especie de demonio le dijo:” ¿Te gustaría ser rico?” El contestó: “Pues claro que me gustaría” y aquél: “Pues mira, toma estas siete tinajas llenas de monedas de oro. Son todas para ti”. Las cogió y se fue contento a su casa.
Pero una de aquellas tinajas no estaba completamente llena como las demás. Aquel hombre no lograba entender por qué aquel desconocido le había dado seis tinajas llenas y otra a la que le faltaban unas cuantas monedas para estar llena. Pensó: “A lo mejor lo que tengo que hacer es terminar de llenar de monedas de oro esta última tinaja y así seré el hombre más rico”. Y se pasó toda su vida trabajando y trabajando para llenar la sétima tinaja, sin gastar nunca ni una sola moneda de las tinajas. Empezó a quedarse delgado, a ser intratable con la mujer y a ser un avaro, un tacaño. La alegría desapareció completamente de su casa. Finalmente uno, viendo el cambio de aquel sastre, le dijo: “También a ti te han engañado como me engañaron a mí con el lío de las siete tinajas” “A mí me pasó lo mismo. Haz como hice yo. Líbrate rápidamente de todo ese oro y así volverás a ser libre”. Y, efectivamente, así lo hizo y de nuevo entró la alegría en su casa, volvió a ser otra vez un tipo normal, vivía con lo que había hoy sin preocuparse mucho del mañana, volvió a vivir.
¿Cuánto tiempo inviertes trabajando? ¿Sólo acumulas o lo disfrutas con los tuyos? ¿Estás descuidando a las personas importantes en tu vida? Como el sastre de la historia, podemos haber enfermado sin darnos cuenta de ambición y avaricia, y haber pasado de trabajar para disfrutar de nuestros bienes (económicos, afectivos, etc.) a vivir para trabajar, para acumular, para un día…; y en ese trayecto ir perdiendo bienes más valiosos: nuestra familia, nuestros amigos, nuestros hijos, nuestros sueños, nuestra paz.
Si nos pasa un poco como al sastre, estamos a tiempo de liberarnos, replantear nuestras prioridades y vivir la vida más plenamente y feliz.
